Monday, October 15, 2018

Javier Sanguinetti, un ídolo, una estrella, un apasionado futbolista

"Nací con el gen de jugar al fútbol, nadie me impuso tener que jugar, pero desde chiquito me sentí identificado con este deporte. Doy gracias a Dios por permitirme hacer lo que más me gusta", con esas sencillas palabras se iniciaba la entrevista realizada a un ídolo de San José de Oruro, una estrella que brilla con luces propias y un apasionado futbolista que solo busca la gloria.

Así es Javier Andrés Sanguinetti un talentoso del balompié, oriundo de Rojas provincia de Buenos Aires en la República Argentina. Vio la luz el 29 de agosto de 1990 y desde muy chico, cinco años, su vocación por el fútbol corría como la sangre por las venas para estar vivo.



HURACÁN

Su primer equipo fue Huracán de Rojas. Su papá Marcelo lo ayudó desde un inicio y lo acompañó en sus primeros pasos en este deporte. Su mamá Graciela Mayoral también fue pilar en el andamiaje de Javier, quien siempre se motivó por su presencia.

Una década de años duró su formación en la tierra que lo viera nacer. Al cumplir los 15 tomó una difícil decisión para encaminar su carrera como deportista, era elegir el estudio o perseguir sus sueños. Es así que opta por la segunda opción, que además estaría plagada de varios retos en lo personal y quizá lo más difícil para él, fue abandonar su hogar, pero iba por el camino correcto.

De Huracán de Rojas pasó a Huracán de Parque Patricio, influyó mucho el técnico de su primer equipo, Nicolás Mangione, para que se abra esa puerta que estaba esperando. Fue muy sacrificado, pero Javier consideró que todo sacrificio siempre tiene su recompensa, hasta que a los 18 años llegó a Deportivo Morón.

"Fueron muchos recuerdos con varias emociones, no fue fácil haber llegado. Uno veía el esfuerzo de los padres que han hecho conmigo desde chiquito, haberme acompañado a la distancia, porque me ha costado independizarme desde muy chico y la verdad era un conjunto de emociones muy fuertes", afirmó haciendo referencia a su debut.

Javier tuvo la fortuna de conocer a sus representantes, aún lo acompañan, Martín Wenbuch y Lucas Martínez, quienes lo apoyaron en todo momento hasta en la actualidad.

De Morón pasó a San Miguel por seis meses, agarró mayor experiencia, lo que le permitió ir hasta el fútbol colombiano, cuyo plantel que lo recibió fue Boyacá Chico, luego pasó a filas de Jaguares de Córdoba, también del país cafetalero. En el 2016 emigró con su fútbol a Venezuela, a la Academia Puerto Cabello.



SAN JOSÉ

El mismo año, su amigo, Christian Alessandrini fue quien habló con la dirigencia de Nacional Potosí y debido a sus aptitudes futboleras fue incluido en el equipo de la Villa Imperial. Un año estuvo en ese plantel hasta que el actual presidente de San José, Wilson Martínez le echó el ojo para que sea parte de la "V azul", hecho que se concretaría en junio del 2017.

"Estoy muy agradecido con esta oportunidad, la estoy disfrutando mucho. Desde el momento que llegué a San José fue muy lindo por lo que significa el club, un equipo con mucha historia y poco a poco conjuntamente mis compañeros vamos haciendo una gran campaña. Estoy muy ilusionado con el equipo y ojalá pueda irme de gran manera, saliendo campeón", afirmó.

Javier estableció que tiene una cuota pendiente con San José, ya que su sueño es salir campeón con el equipo orureño y quiere hacerlo antes que termine su contrato, al final de esta temporada.

Su debut en San José tuvo varios tropiezos, principalmente por una lesión que aquejaba, finalmente en un partido jugado en Oruro frente a Oriente Petrolero, que en ese entonces era dirigido por Eduardo Villegas, fue cuando dio sus primeros pasos en el equipo.

A medida que pasaba el tiempo, su juego se fue afianzando y con ello se ganó a la hinchada, no solo con su talento, sino también con su sencillez humana.

"Es algo muy lindo, me hacen sentir como en mi casa, ya llevo casi un año y medio y continuamente cuando alguien me cruza en la calle me saluda, me tocan bocina, me piden una foto. Es algo muy grato para uno, porque estoy lejos de mi familia, de mi hijo y la verdad en el día a día poder disfrutarlo de esta manera es muy grato. Son cosas que a uno le hacen sentir bien y a uno lo deja tranquilo", manifestó.



SUEÑOS

Con todas las experiencias Javier califica al fútbol como su vida, desde muy joven lo tomó como un trabajo, pese a que al principio en Buenos Aires no le pagaban, pero tenía fe que jugaría.

Sus sueños continúan y trabaja mucho para hacerlo realidad, como llegar a jugar en la primera división de su país. Es hincha de River Plate desde muy niño. Pero su anhelo mayor es que su hijo (seis años) lo vea jugar y esté cerca de él. No así llegar a la selección de su país.

"Sabiendo cómo es Argentina, cómo es el medio argentino y si a mí me llegan a nombrar para la Selección Argentina, sería un insulto, porque por donde uno está lo ven muy inferior, fíjate las repercusiones que hubo con (Carlos) Lampe, me parece injusto, me indigna mucho que por ahí los periodistas menosprecien el fútbol boliviano, y vamos a ser sinceros, cada vez que viene Argentina acá, pierde", señaló.

Entre sus deseos está obtener la nacionalidad boliviana y vestir la casaca de la Selección Nacional. Espera los cuatro años de residencia que exige la ley para concretar esa parte de sus sueños. Aunque no solo es decisión suya, sino también de otros factores.

Su filosofía de jugar al fútbol es la disciplina, cuidar el cuerpo porque la carrera es corta y más seguir esos pasos cuando uno empieza en este deporte. Finalmente, con nostalgia recordó que el momento más inolvidable de su carrera es cuando sus padres y su familia en general lo ven jugando con alma, vida y corazón, el deporte que lo conquistó de niño, el fútbol.

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