Sunday, June 7, 2020

‘San José marcó mi vida y terminé amando esa tierra’


Daniel Valencia vive en Córdoba, donde fue ídolo de Talleres. Rememora muchas cosas de su pasado futbolístico, resumidos en tres capítulos que bien podrían ser más.

El primero y mejor de todos de su carrera tiene que ver con su nacimiento al fútbol y el título de campeón mundial; el segundo, su impensada llegada a Bolivia; y el tercero, los ídolos que rodean al notable fútbol argentino.

‘NACÍ EN UNA CANCHA’

¿Cómo se hizo futbolista?


Lo que pasa es que nací en una cancha de fútbol porque mi padre era el cuidador del campo de juego de la Liga Jujeña. El patio de toda mi niñez fue una cancha de fútbol.

¿Su debut fue el soñado?


Debuté a los 15 años en Gimnasia y Esgrima de Jujuy y sin haber hecho divisiones inferiores. Como era la única cancha todo el mundo me conocía. Cuando los equipos entrenaban y faltaba un jugador, gritaban ‘llamá al hijo del canchero’ y yo con 12 años ya estaba con gente de 20 a 25, entonces me forjé con los más bravos y los más duros.

¿De Jujuy a Córdoba?


Me compró Talleres, el equipo de mi vida en Argentina, y ahí empecé una larga carrera. Después, a los 18 años despunté en la juvenil de Argentina en el torneo de Toulón, en Francia, donde la base de ese equipo luego salió campeona del mundo en Argentina 1978.
Eran notables jugadores…

Y… todos: el Pato Fillol, Tarantini, Passarella, Galván, Olguín, Ardiles, Kempes, quien fue el goleador del Mundial; Bertoni, Houseman, quien ya falleció, Luque y todos de ese grupo que ganó el 78. Ese Mundial les marcó la vida a muchos argentinos.

¿Cómo es levantar una Copa del Mundo?

Primero, ya es muy especial integrar tu selección, es lo más lindo, y mucho más salir campeón del mundo. Fui titular en ese Mundial en los primeros cuatro partidos, luego una lesión en el tobillo me dejó en la banca, pero no hay duda de que si sales campeón es porque esos son los mejores jugadores del mundo.
¿Cómo se ganó un puesto entre tantos buenos futbolistas?

César Menotti me eligió porque estaba en buen nivel y tenía como 25 partidos internacionales. Quedaron fuera grandes jugadores como (Ricardo) Bochini y (Diego) Maradona, que era muy chico, y el Beto Alonso igual. En ese puesto se tenía a jugadorazos como Julio Ricardo Villa, Omar Larrosa y el mismo Marito Kempes.
¿Ese Mundial del 78 fue lo mejor de su carrera?

(Silencio) Fue una de las mejores cosas. Un Mundial es lo máximo para un futbolista. Pero no quiero olvidarme del torneo de Toulón, era más chico, había perdido a mi papá y me trajo mucha emoción. Por supuesto no puedo dejar fuera al Talleres de mi vida, que peleó la final con Independiente. Tantas otras cosas, tan hermosas, uno no las puede dejar fuera.


¿Cómo era el Menotti DT?


Pienso que era un adelantado en el fútbol. Hizo las selecciones del interior, reunió a muchos jugadores de diferentes partes del país y los hizo jugar internacionalmente. César es un referente mundial, es un grande con todas las condiciones.

¿Entonces en el fútbol argentino hay un antes y un después de Menotti?


Él logró que se respeten los contratos con los técnicos por cuatro años. Logró que se pueda ir más allá de Buenos Aires y hacer una selección del interior, y ver a todo el país de donde muchos salimos. Jugadores de Jujuy, Salta. Tucumán, Santiago del Estero, Rosario, Córdoba, Santa Fe y de ahí eligió a los mejores para hacer una verdadera selección argentina.

‘ERA INCREÍBLE’

¿Se acuerda cómo se dio su llegada a Bolivia?


En San Salvador de Jujuy yo tenía un tío que era el dueño de un hotel al frente de la estación de trenes, entonces llegaba mucha gente de Bolivia. Una vez vinieron dirigentes de Wilstermann buscando jugadores y mi tío les habló de mí, les dijo que era un buen futbolista, con experiencia, y de ahí es que me contactaron.
¿Así de fácil?

Para no hacer quedar mal a mi tío les pedí una cifra alta, intentando que me descartaran, porque en realidad ya me estaba retirando del fútbol y pensaba en poner un negocio en Córdoba. Mi sorpresa fue que ellos (los dirigentes) aceptaron lo que les pedí (se ríe), entonces tuve que decirles que sí.
¿No le gustaba la idea de jugar en Bolivia?

No quería ir, y no porque fuera Bolivia. Si ese rato me hubieran dicho Francia tampoco hubiera ido, ya no quería moverme. Recuerdo que en mi mejor momento en Talleres de Córdoba, el Real Madrid tuvo interés por mí, lo corroboraron Clarín y otros periódicos, pero yo estaba en el mejor equipo de Argentina de entonces. Ni Boca, ni River, Talleres era el gran equipo. Pero bueno, se dio la posibilidad de ir a Bolivia, jugué cuatro años más allí y terminé amando a esa tierra. En Bolivia me quedé a vivir 14 años.
Pocos se acuerdan de Valencia en Wilstermann, ¿por qué?

Me fue bien, pero fue muy corto, como cinco meses. Estaba por regresarme a Argentina, pero en eso me habló el ‘Chini’ (Arnaldo) Mancilla, que se iba a jugar a San José, y me contactó con los hermanos Arévalo, entonces hablamos y arreglamos para seguir.
Ese fue un gran momento de San José…

Los señores Arévalo armaron un buen equipo con Luchito Galarza, Emilio Ludueña, el Negro (Raúl) Ruiz, Roberto Pérez, Pedro Rioja, (Miguel Ángel) Noro, Dionisio Gutiérrez, Juan Carlos Sánchez, Luis Enrique ‘Tatú’ Padilla, gente muy grande que levantó a San José. Antes de eso el club siempre peleaba por no ir al descenso, pero con nosotros desde el primer torneo entró a pelear por el título y después jugamos la Copa Libertadores. Así lo levantamos a San José.
¿Qué recuerda más?

Muchas cosas lindas, ese estadio de Oruro de construcción al estilo antiguo siempre estaba lleno, con 30 mil personas. Recuerdo La Diablada y el ambiente que se armaba.

En esa época los chicos se preguntaban si le tocaba pagar algo cada que salían a la calle, es que tú ibas a comprar y la gente te invitaba. Nadie quería aprovecharse de eso, pero ese cariño era increíble.

Estuve como tres a cuatro años maravillosos en San José. Llegamos a instancias finales, partidazos con The Strongest, Bolívar, el mismo Wilstermann, fue algo inolvidable. Nosotros les dimos triunfos a los hinchas y ellos nos dieron amor.

Por algo dicen que es la mejor hinchada de Bolivia…

Era una locura. Recuerdo que ni Bolívar ni The Strongest llevaban la cantidad de gente que tenía San José. En Oruro era estadio a reventar y cuando íbamos al interior siempre teníamos hinchada, los hinchas llegaron hasta el Morumbí de Sao Paulo (Brasil).
¿Es verdad que una vez no le dejaron irse de Oruro?

Y es una cosa de no creer, para los (Records) Guinnes, algo que no sé si le pasó a algún otro jugador en el mundo. Antes tengo que decir que una señora, Militza López, se hizo mi amistad, era una gran fan de San José. No me acuerdo qué fue, pero tuve un problema con un dirigente, entonces decidí irme y cuando me dirigía a la estación de trenes, esa señora con casi 800 hinchas me dieron encuentro y me pedían entre todos seguir. Ellos juntaron plata incluso con monedas, peso a peso y sumaron una cantidad. A mí me sorprendió esa actitud. ¡Qué cosa increíble! El tren se había ido, no me dejaron viajar y me cargaron en hombros llevándome hasta un hotel. Y me quedé. Fue algo que me marcó en mi vida.
¿Oruro es su otra casa?

Sí. Conocí allí a mi señora que es de Sucre, nacieron mis dos hijos y bueno, Bolivia me dio otra familia, y como un agradecimiento formé una fundación para chicos de escasos recursos, le llamamos ‘Niño Quirquincho Feliz’, la hicimos con la organización estadounidense Christian Children Fan, y en ella se han formado muchos chicos. De ahí salió Wálter Flores, que estuvo en Bolívar y en la selección boliviana.
¿Entonces su relación afectiva con Bolivia es muy fuerte?

Y claro, amo a Bolivia y lo digo no por quedar bien, sino porque es así. Es la tierra de mi esposa y mis hijos. La gente es muy cariñosa y le da a uno mucho, a pesar de ser sencilla. A ningún jugador le pasó que la afición le impidiera viajar y recaude plata para que se quede. A mí me pasó y no lo olvido jamás.
¿Viaja a Oruro?

Sí, cuando se puede. Quiero destacar a la familia de la señora Rosario Medina Centellas, de Oruro, quien me alojó en su casa cuando fui para ser asesor de San José.

Siempre busco noticias y me apena saber que el club la está pasando mal. No sé cómo viene gente que le mete la mano al bolsillo y le saca el dinero. Es triste que lo lleven al fondo.

‘MI COMPADRE’
¿Por qué Menotti lo habrá dejado a Maradona fuera de esa selección de 1978?

Y no sé. Pasa que Diego era muy chico y César explicó que tenía miedo de quemarlo, pues tenía otras perspectivas para él, pero además había otros grandes jugadores.
¿Entonces le hizo bien a Maradona?

Diego era muy chico y sin partidos internacionales. Yo tenía 25 partidos en el exterior y el resto lo mismo. A Diego le dio fuerza, lo potenció poco a poco, lo hizo líder de la selección juvenil que el 79 ganó el Mundial de Japón y luego Maradona fue lo que fue. César lo sabía.
¿Usted tiene relación con Diego?

¡Sí! Diego es mi compadre, es padrino de mi hija María Inés, siempre estamos en contacto.
¿Cuándo lo vio por última vez?

Hace poco, cuando vino a Córdoba como técnico de Gimnasia para enfrentar a Talleres. No nos veíamos desde hace tres años y cuando nos vimos, bueno, nos largamos a llorar, nos abrazamos. Estuvieron mis hijos, mis hijas y pasamos un momento de cariño.
¿Qué piensa de Lionel Messi?

Es el número uno del mundo. Pasa que muchos no se dan cuenta que tener dos ‘número uno’ del mundo es un gran orgullo para un país, eso es increíble. Uno, como Diego, fue inigualable en su época y nos dio otro título mundial; y el otro, como Messi, lleva 10 años como el uno del mundo. Es algo increíble y de paso lo cuestionamos …
¿Ninguno es mejor que el otro?

Cómo puedes comparar si cada quien tiene lo suyo. Messi es goleador donde va, marca gran diferencia, es el que más partidos jugó con la selección y es un muchacho que no tiene techo, cada vez sorprende más y más. No gana un título con la selección y bueno, igual no lo puedes discutir. Los argentinos tenemos que valorarlo y no compararlo. Ya quisiera otro país tener ese tipo de monstruos.

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