El 3 de marzo de 1941, el gobierno del general Enrique Peñaranda, aprobaba la Ley que hacia posible la edificación del estadio “Jesús Bermúdez Tórrez”, considerado por años como el segundo más grande de Bolivia, obra monumental que se construyó con el aporte de cada uno de los orureños y que actualmente cumple 80 años de su consolidación siendo el epicentro de las alegrías y tristezas de los habitantes de esta región que palpita el fútbol a toda intensidad.
La idea de contar con un espacio deportivo de gran envergadura en territorio orureño, ya se vislumbraba desde la celebración del centenario de la República de Bolivia en 1925, según algunos datos históricos recogidos del libro “Quién es quién en Bolivia”, se atribuye a los residentes palestinos-sirios que llegaron a esta región como los impulsores de la creación del Comité Pro-Estadio, señalando a un hombre, Elías S. Readi, propuesta germinada de los habitantes de lo que hoy se denomina el barrio Oruro Moderno, en ese entonces el escenario del Oruro Royal era el de mejor envergadura en la ciudad. Readi era un señor ligado a diferentes instituciones, entre ellas la Cámara de Comercio de Oruro y los matutinos LA PATRIA y La Mañana.
La unión de varias instituciones y personas en torno al Comité Pro-Estadio, generó repercusiones en otras personas ligadas al Gobierno de ese entonces, donde se menciona al senador Carlos Beltrán Morales quien fue articulador de la propuesta de Ley e impulsor de la misma desde las huestes legislativas hasta lograr su aprobación.
Tampoco debe olvidarse a José Manuel Villavicencio, arquitecto cochabambino que diseñó la estructura del “Gigante del Barrio Norte”, además de otras edificaciones orureñas como el Palacio Municipal y el Country Club Oruro, a nivel nacional recordado porque también fue el artífice de los estadios de La Paz, Sucre y Cochabamba.
Pero a esto se debe añadir la pujanza y el compromiso de toda una ciudad que anhelaba un estadio de fútbol acorde a la realidad de ese entonces, dispuesta a hacer los sacrificios correspondientes para poner su granito de arena en este emprendimiento, algo que se refleja en la Ley promulgada por el general Enrique Peñaranda el 3 de marzo de 1941, decretando de Necesidad y Utilidad Pública la construcción de un Estadio en la ciudad de Oruro.
En el primer artículo de dicha ley resalta la labor del Comité Pro-Estadio que adquirió un terreno en el sector Norte de la ciudad para este emprendimiento, además de la aprobación de los planos elaborados por los ingenieros Villavicencio y Aramayo, aceptados mediante un concurso.
Lo más llamativo es que en el artículo 2 de la norma, se establece una serie de mecanismos para la generación de recursos que financien la obra, entre ellos: el impuesto del Decreto del 9 de abril de 1938 cobrados en el departamento de Oruro y destinados exclusivamente para la construcción del estadio; una Asignación anual de 10 mil bolivianos de parte del Ministerio de Educación al Comité Nacional de Deportes.
Se contempla una asignación anual de 50 mil bolivianos de parte del Tesoro Departamental, un impuesto de 0.20 centavos de boliviano en el ingreso a luneta o palcos de los cines y teatros de Oruro.
Un impuesto Pro-Estadio de 2 bolivianos sobre hectáreas de propiedades u peticiones mineras en la región; impuesto sobre herencias indirectas en el departamento, además de rentas rezagadas e impuestos sobre herencias directas e indirectas desde antes de 1939.
Las obras fueron efectuadas por la prefectura teniendo como presidente del Comité Pro-Estadio al prefecto de ese entonces, además de otras instituciones representativas del departamento y bajo la vigilancia y fiscalización del Comité Nacional de Deportes.
Es decir, que en base a aportes, impuestos y otros cada orureño aportó con lo suyo para la edificación de esta obra que en este 2021 cumple 80 años de vida siendo el “templo del fútbol orureño” y considerado para su época como el segundo de mayor relevancia a nivel nacional.
En 1950 se inaugura el estadio, en principio con una capacidad de 15 mil personas con dos tribunas, en la década de los 60 se completaría la obra con la Curva Sur y finalmente la curva Norte, donde por entonces existía una torre conmemorativa y un rompe vientos.
Una obra que está inmutable al paso del tiempo y que quizá es víctima del olvido de autoridades y ciudadanos que solo se acuerdan de ella cuando se tiene un partido de fútbol donde el cuadro de San José marca presencia, pero debería ser voluntad de todos los orureños y sobretodo de sus autoridades encaminar proyectos de refacción y mejoras de este espacio deportivo que sean acordes a los nuevos retos y lineamientos propuestos por las entidades rectoras del fútbol a nivel nacional e internacional.
La falta de una mejor iluminación, cambio del gramado, adecuación de los arcos y los camarines, mejoras en los palcos de prensa y de invitados, son algunas de las muchas necesidades que actualmente requieren ser saneadas por las autoridades en el estadio “Jesús Bermúdez Tórrez” que tiene 80 años de vigencia siendo una de las obras baluarte y representativa de los orureños.
Fuente: escritos de Miguel Salas.
Libro: “Quién es quién en Bolivia”
Recortes periódicos LA PATRIA y La Mañana.
Agradecimientos a José Quintanilla-periodista deportivo.
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