Álex da Rosa es desde hace rato un boliviano más. Han pasado 18 años desde que aterrizó en el país y ahora eligió a Oruro como su residencia “por mucho tiempo”, como él dice, y fundamenta su decisión con la creación de una escuela de fútbol para niños. ADR —iniciales de su nombre y apellido— es el nombre y compite en esa ciudad.
En 2001 desembarcó en el país para jugar en Mariscal Braun, pero sus mejores momentos los vivió en el The Strongest bicampeón de 2003 y en San José, con el que dio la vuelta olímpica en 2007.
En Bolívar también ganó un título (2011), pero reconoce que no brilló como en los anteriores equipos; además pasó por Blooming, Oriente Petrolero, Aurora y Nacional Potosí.
“Hoy, mi vocación es la de formar futbolistas, trabajo con unos 50 niños de 4 a 12 años. ADR es el nombre de mi escuela que también compite en torneos desde la categoría Sub-7 a la Sub-13 de la Asociación de Fútbol de Oruro (AFO). La fundación fue el 14 de enero de 2019”.
Utiliza la cancha Dios es Amor, ubicada cerca de la Avenida Circunvalación sur de Oruro, para enseñar a los pequeños. Y eligió los colores distintivos como el blanco y el coral (entre azul y verde), igual que una reciente equipación del Real Madrid.
Su vocación de formador la descubrió después de que un abogado le animó el año pasado a trabajar con niños de las poblaciones de Sevaruyo y Challapata, luego Huari. “Era de viernes a domingo, me pagaba y me quedé seis meses allí; por eso ahora decidí comenzar algo propio”.
Cuenta con el apoyo de Paolo Benavides, experimentado con menores. “Pasa que la gente quiere verme a mí trabajando con los niños, yo soy imagen de ADR”. Asimismo, eligió Oruro porque siente el cariño de la gente que lo saluda en la calle y eso le gusta. “Es pequeña (la ciudad), me muevo rápido, los hinchas se acercan, camino seguro por las calles por la tranquilidad que hay”, asegura.
Ahora ve el fútbol como un hincha más: “Soy del Tigre, pero siento cariño por San José, porque en Oruro todos hablan de mí”.
Asegura que ni la deuda de 30.000 dólares del atigrado por el premio del bicampeonato de 2003 le hizo cambiar su sentimiento. “Sergio Asbún (el entonces presidente) pagó a sus hijos, a sus preferidos, pero yo sigo esperando ver cuándo me toca”, dice y suelta una carcajada.
No se queja, afirma que ganó y perdió dinero, no es rico ni pobre: “tengo una vida estable y no me falta nada. Solo digo que si jugaría en este tiempo mi calidad valdría 30.000 dólares mensuales, sé que hay jugadores que cobran esa plata. En mi época cobraba 5.000”.
En la intimidad de los planteles en los que le tocó estar era extrovertido, bromista a más no poder, pero serio a la hora de entrenar.
“Me gustaba la diversión, las payasadas, hoy cambió, tengo que dar una imagen de seriedad a los chicos, inculco responsabilidad, agarro el silbato y los chicos deben estar listos para jugar, desde niños deben ser profesionales”. El paso de los años le hizo cambiar.
A la par de las enseñanzas también estudia para DT, sabe que es requisito tener la licencia C para trabajar con los menores y se prepara para obtener la acreditación y dar mayor valor a su labor.
Da Rosa es un boliviano más. “Hice mi vida en el país que quiero, me divorcié, me volví a casar, tengo tres hijos y uno que está en camino. En Brasil tengo uno más que juega fútbol de salón”.
Estaba en el negocio de las hamburguesas
Álex da Rosa recuerda como si fuera ayer cuando en 2001 el técnico Antonio de la Cerda le llamó para invitarlo a ser jugador de Mariscal Braun.
Cuenta que estaba con su madre en Curitiba, Brasil, vendiendo hamburguesas. “Era una noche calurosa y había tomado la decisión de no jugar y ayudar a mi madre en el negocio. De pronto sonó el teléfono, era uno de esos públicos que había en la calle, todos daban ese número para ser ubicados y cuando contesté escuché al profesor De la Cerda”.
Llegó y se quedó en el país. Ya lleva 19 años y salvo viajes cortos para visitar a su familia o cuando fue transferido al fútbol del exterior no se movió más de Bolivia.
En 2004 se naturalizó boliviano, cuando recibió la resolución entonó el Himno Nacional para cuanto canal de televisión se lo solicitó. Luego fue convocado por Nelson Acosta a la selección para jugar contra Chile, no fue una buena tarde, jugó mal y el rival venció 0-2. Fue como debut y despedida porque pasaron cinco años para que volviera a la Verde.
Entonces tuvo su revancha, era figura en San José y Erwin Sánchez lo convocó y estuvo entre los titulares en la histórica goleada 6-1 a Argentina de Lionel Messi y Diego Maradona. Él convirtió uno de los tantos.
“En el primer partido me parece que no me pasaban la pelota, faltaba conocernos entre compañeros, pero en la otra convocatoria todos los convocados tuvimos un notable rendimiento y conseguimos una victoria que hasta ahora se recuerda”.