"Viva, viva, mi San José, el gran equipo minero. Viva, viva, mi San José, el gran equipo orureño", es el estribillo que se escucha en las tribunas del estadio, al alentar al elenco "santo", en ese idilio entre los jugadores con su hinchada, más en las buenas que en las malas, aunque el apoyo de los verdaderos hinchas siempre está presente en todo momento.
San José de Oruro no solo es un equipo más como podría ser alguno u otro que se encuentra en la División Profesional del Fútbol Boliviano, sino que tiene una especie de magia que lo hace único.
Aquel encanto lo notan hinchas, dirigentes, jugadores e incluso gente no simpatizante del fútbol, porque San José contagia todos los elementos de la naturaleza para ser el club más grande Bolivia y no precisamente en títulos, sino en ese enamoramiento que logra cada vez que le toca jugar o conquista como los dioses, el Olimpo.
Esa magia estuvo latente desde la fundación del equipo, aquel 19 de marzo de 1942, cuando en el campamento minero San José, situado en la zona Oeste de la Alta Tierra de los Urus, luego del sacrificio de una llama blanca, se dio por cimentado el nacimiento de un club que marcaría historia a lo largo de su vida.
Desde su inicio, marcó la diferencia, desconocemos el porqué, pero tuvo gente emprendedora que en su paso por la institución siempre dejó todo su trabajo y aliento. Los jugadores, al principio oriundos de las minas y de Oruro, se fueron formando con el talento internacional que llegaba. No pasaría mucho tiempo, para que los "santos" logren el tan ansiado título a nivel nacional, 1955. Los "húngaros" como los denominaban por su estilo de juego similar a la selección de Hungría que se presentó en el mundial de Suiza de 1954, permitió establecer que el equipo estaba para grandes cosas, pero sobre todo sentar un precedente que había un grande del fútbol en esta parte del planeta.
La situación de las minas, influyó mucho para que en determinados momentos, el equipo tenga una debacle, aunque ese espacio tuvo largas décadas, incluso sin aspirar a mucho, contentándose con medias tablas. Sin embargo, el aliento continuaba para el equipo por parte de su hinchada. Mientras los jugadores que vestían la "V" azul, lo hacían con orgullo y quizá pocos fueron los privilegiados para sacar cara por el equipo de los orureños.
En 1995, Oruro se vestiría de gala para ver por primera vez campeón de la Liga, fue un Carnaval adelantado, fiesta, donaire, celebración que el fútbol imponía gracias a un equipo que fue el mejor de Bolivia. Luego de ese momento histórico, vino un gran tropezón que llevó a los "santos" descender, pero no fue óbice para que los hinchas no sigan apoyando a su equipo. El estadio, pese a ser partidos de asociación, se llenaban de aliento constante de sus seguidores, para conquistar el título.
Tendrían que pasar dos años para que San José vuelva a la Liga, luego de coronarse campeón de la Copa "Simón Bolívar", nuevamente el idilio se fortalecería, esta vez con mayor energía y ahora la consigna era "San José es Oruro, Oruro es San José", la fórmula perfecta no solo entre un equipo con su pueblo, sino una "estrella viviente" con su gente, de Oruro, de otros departamentos del país e incluso de afuera.
Las bajas, los malos momentos, la difícil situación económica, las traiciones, las camarillas muchas veces de los jugadores, la falta de compromiso incluso de los hinchas para asistir al estadio, fueron superadas por ese amor propio de los quirquinchos, de los orureños que sacaron fuerzas de flaqueza para llegar nuevamente a la cima, aspecto que se vivió el 2007 cuando nuevamente San José logró aquel tan preciado título.
Nuevamente un periodo de transición para conseguir un nuevo lauro, 11 años de espera y otra vez la gloria. A diferencia de los otros títulos el del año pasado significó mucho para los orureños, no solo por la entrega del plantel, sino también porque los jugadores, quienes realmente jugaron por amor a la casaca, ya que varios meses no percibieron un sueldo.
No solo era compromiso, sino que al frente se tuvo a dos personas fundamentales, Wilson Martínez presidente actual del equipo y al director técnico, Eduardo Villegas, quienes hicieron un trabajo especial en el plantel que en su momento demostraron ser uno solo. Esa situación fue elogiada por la prensa nacional, que a un principio no daban fe que los "santos" llegarían al título, pero lo conquistaron y nuevamente San José se consagró como el mejor de Bolivia.
Pasó la fiesta, el festejo y otra vez se toca fondo con resultados que no agradan. Como decía algún hincha, se perdió el alma, pero ahora lo que queda es simplemente levantarse con mucho trabajo, espíritu de equipo para recuperar el alma perdida. El idilio con la hinchada continúa, son momentos dolorosos, pero nada complicados de levantar vuelo nuevamente, nada está perdido, solo queda hacer el compromiso de dirigencia, jugadores, hinchada y periodismo, para sacar este proyecto adelante, porque San José es Oruro y Oruro es San José.
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